Gruparea Romaneasca pentru Cultura
"Nou Orizont"
reparte alimentos entre los inmigrantes del río
26.12.06 00:00.
Eduald Cortina (vh).-
Sobre las 12 horas del pasado domingo, voluntarios de la asociación cultural rumana ‘Nou Orizont’ de Valencia, descendieron al antiguo cauce del río para llevar comida y solidarizarse, en estas fechas, con los inmigrantes que viven y duermen bajo el puente de Ademuz.
“Todas las asociaciones preparan, para estos días, actividades, espectáculos y festejos de Navidad”, explica Adriana Vidroiu, portavoz de ‘Nou Orizont’.
26.12.06 00:00.
Eduald Cortina (vh).-
Sobre las 12 horas del pasado domingo, voluntarios de la asociación cultural rumana ‘Nou Orizont’ de Valencia, descendieron al antiguo cauce del río para llevar comida y solidarizarse, en estas fechas, con los inmigrantes que viven y duermen bajo el puente de Ademuz.
“Todas las asociaciones preparan, para estos días, actividades, espectáculos y festejos de Navidad”, explica Adriana Vidroiu, portavoz de ‘Nou Orizont’.
“Yo creo que eso está muy bien, pero son fechas en las que debemos ser más solidarios, dar gracias a Dios por nuestra situación y tratar de despertar la sonrisa de otra persona”, indicó.
Con esta intención, el grupo cultural rumano preparó bolsas de alimentos que después repartió entre las personas que se alojan en el río. “Hemos repartido galletas, bombones, carne de pavo, ensaladilla rusa, sandwiches. También pan, queso y algo de fruta y zumos”, señaló Vidroiu.
Para la distribución de esta ayuda, ‘Nou Orizont’, contó con la colaboración de Sasa y Hassan, inmigrantes subsaharianos, que duermen desde hace cinco meses en el antiguo cauce. Vidroiu explicó que en el momento del reparto de los víveres, “había cerca de cien inmigrantes. No sólo había africanos, sino también inmigrantes de países del Este de Europa y algunos españoles”, aseguró.
Según señaló Adriana Vidroiu, portavoz también de la Asociación de Rumanos en Valencia (Arova), durante la noche, el número de inmigrantes se duplica, llegando a las doscientas personas.
“Es algo que no va con el siglo XXI”, indicó. “Hay que verlo para explicarlo. La situación en la que viven es terrible. Pero pese a la miseria que existe, lo tienen todo muy bien organizado, no había basura tirada”, señaló.
Centro de acogida
A pesar de que esta semana abrió sus puertas la segunda Casa Belén, centro de acogida temporal impulsado por Cáritas en Valencia, todavía son muchas las personas, mayoritariamente inmigrantes que trabajan como temporeros en la recogida de la naranja, que pasan la noche a la intemperie.
El hogar de Cáritas, ubicado en la calle Crevillente, tiene 40 plazas y, según destacaron los responsables de la entidad diocesana “es una respuesta concreta a una necesidad urgente”. Un centro que pretende acoger a “los que no tienen otro techo en la ciudad del Turia que un puente del viejo cauce del río”, durante “los duros meses de invierno”, según afirmó el delegado episcopal de Cáritas, Sebastián Alós.
Dos comidas al día
“Bajo mi punto de vista”, explica Vidroiu, “la mayoría permanece en la calle por miedo. Es gente que ha llegado a España en patera. En el camino, seguramente, ha perdido a un hermano a algún amigo. Bajo el puente empiezan a crear nuevos lazos, a relacionarse”.
“En los albergues”, continúa, “los separan y se sienten perdidos. Yo le pregunté a Sasa por qué no iba a uno de esos albergues y me dijo que el problema es que es una solución temporal y que, al tiempo, los echan y tienen que volver a la calle, otra vez al río”.
“Lo realmente interesante”, indicó Adriana Vidroiu, “sería hacer un centro de acogida que les ayudara, realmente, a buscarse una forma de vida”. Por el momento, explicó la portavoz del grupo cultural rumano ‘Nou Orizont’, el consuelo es que, al menos por un día, “han podido tener dos comidas”.
Con esta intención, el grupo cultural rumano preparó bolsas de alimentos que después repartió entre las personas que se alojan en el río. “Hemos repartido galletas, bombones, carne de pavo, ensaladilla rusa, sandwiches. También pan, queso y algo de fruta y zumos”, señaló Vidroiu.
Para la distribución de esta ayuda, ‘Nou Orizont’, contó con la colaboración de Sasa y Hassan, inmigrantes subsaharianos, que duermen desde hace cinco meses en el antiguo cauce. Vidroiu explicó que en el momento del reparto de los víveres, “había cerca de cien inmigrantes. No sólo había africanos, sino también inmigrantes de países del Este de Europa y algunos españoles”, aseguró.
Según señaló Adriana Vidroiu, portavoz también de la Asociación de Rumanos en Valencia (Arova), durante la noche, el número de inmigrantes se duplica, llegando a las doscientas personas.
“Es algo que no va con el siglo XXI”, indicó. “Hay que verlo para explicarlo. La situación en la que viven es terrible. Pero pese a la miseria que existe, lo tienen todo muy bien organizado, no había basura tirada”, señaló.
Centro de acogida
A pesar de que esta semana abrió sus puertas la segunda Casa Belén, centro de acogida temporal impulsado por Cáritas en Valencia, todavía son muchas las personas, mayoritariamente inmigrantes que trabajan como temporeros en la recogida de la naranja, que pasan la noche a la intemperie.
El hogar de Cáritas, ubicado en la calle Crevillente, tiene 40 plazas y, según destacaron los responsables de la entidad diocesana “es una respuesta concreta a una necesidad urgente”. Un centro que pretende acoger a “los que no tienen otro techo en la ciudad del Turia que un puente del viejo cauce del río”, durante “los duros meses de invierno”, según afirmó el delegado episcopal de Cáritas, Sebastián Alós.
Dos comidas al día
“Bajo mi punto de vista”, explica Vidroiu, “la mayoría permanece en la calle por miedo. Es gente que ha llegado a España en patera. En el camino, seguramente, ha perdido a un hermano a algún amigo. Bajo el puente empiezan a crear nuevos lazos, a relacionarse”.
“En los albergues”, continúa, “los separan y se sienten perdidos. Yo le pregunté a Sasa por qué no iba a uno de esos albergues y me dijo que el problema es que es una solución temporal y que, al tiempo, los echan y tienen que volver a la calle, otra vez al río”.
“Lo realmente interesante”, indicó Adriana Vidroiu, “sería hacer un centro de acogida que les ayudara, realmente, a buscarse una forma de vida”. Por el momento, explicó la portavoz del grupo cultural rumano ‘Nou Orizont’, el consuelo es que, al menos por un día, “han podido tener dos comidas”.